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Dedicar todo un domingo precioso del mes de abril al Atlético de Madrid y levantarse, la madrugada siguiente, un buen rato antes de lo debido a escribir lo que viví ayer, deben de ser dos síntomas claros de locura. Por ahora, no asisto a ninguna consulta psiquiátrica mientras llega, no llega el requerimiento de algún centro especializado que reclame mi presencia disfrutaré haciendo lo que más me apetece en este momento, que es contárselo. Y, al mismo tiempo que se lo cuento, revivirlo.

La primera impresión cuando se ve a Luis a la distancia a la que normalmente se ven las personas por la calle es que es un tío grande. Lo digo, simplemente, en cuanto a las dimensiones. 1’80 de alto y espaldas anchas. El gesto estreñido le da un aspecto de enfado permanente, que nada tiene que ver con la amabilidad con la que accede a hacerse decenas de fotos con los 500 aficionados que ayer acudimos al homenaje que se organizó desde el Foro Gaudeamus Atleti.

Luis no es un mito del Atleti, es El Mito. Una leyenda. 32 años dedicados al Atlético de Madrid. Luis no es el Atleti, pero casi una tercera parte de los 108 años de historia del Atlético de Madrid está marcada por la figura de Luis. Sin el Atleti, Luis no sería el mismo, pero sin Luis, la historia del Atlético de Madrid no se entiende. En palabras de Xavi Hernández: “La palabra fútbol en el diccionario tendría que llevar al lado la foto de Luis”. Lo dice uno de los mejores futbolistas que ha dado España. Lo dice un jugador del Barcelona. Podría haber dicho Kubala, Cruyff, Guardiola, pero dijo Luis. Por algo será.

El acto comienza con una sentida y clamorosa ovación cuando Luis entra en el cine Palafox. Cantamos Luis Aragonés, Luis Aragoneeeés, con la voz entrecortada, el estómago encogido, unos cuantos gallos y los ojos vidriosos por la emoción. Incluso nos atrevemos a gritar ¡Presidente!, ¡Presidente!, a lo que Luis, entre sorprendido y abrumado, responde agachando la cabeza con la mirada clavada en el suelo y moviendo el brazo de arriba abajo pidiéndonos calma.

A continuación vemos un emotivo vídeo, con imágenes rescatadas laboriosamente por Gaudeamus, que nos ilustró sobre su brillante carrera. Después Luis sube al estrado acompañado por algunos de los que fueron sus compañeros durante muchos años: Calleja, Ufarte y Navarro. Sigue teniendo el gesto estreñido. Siempre los mismo tics, que tantas veces hemos visto por la tele en sus conferencias de prensa. Se toca la nariz constantemente y aspira el aire por el orificio izquierdo de la misma, mientras elige las palabras adecuadas para responder a las preguntas que le van, le vamos haciendo.

Luis nos dice que el Atleti de antes, el auténtico, siempre salía a ganar los torneos que disputaba. Eso era lo que le exigía la afición. Y nos reprocha que hoy nos conformememos con entrar en la Liga de Campeones. Es su orgulloso corazón colchonero.

El Atleti ha dejado de ser lo que era desde hace 24 años. El mayor daño que nos ha hecho el Gilifato y el Cerecismo ha sido laminar, poco a poco, y con la ayuda de una prensa que se vende por tres exclusivas y dos gañotazos al año, la esencia rojiblanca y ocultar la gloriosa historia del Atlético de Madrid. Permitir que se rían de nosotros, tildándonos de sufridores o perdedores.

Luis tiene casi 73 años. Sorprende que, preguntado por mi compañero Ricardo, sobre si le gustaría entrenar de nuevo al Atlético de Madrid responda que “posibilidades de volver al Atlético, siempre hay”. El fútbol es su vida, el fútbol es Luis.

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Los lectores habituales del blog, y los que se dejen caer por aquí esta semana, sabrán perdonarme, espero, que no mezcle a Luis, esencia pura del Atlético de Madrid, con la crónica de un partido disputado por el sucedáneo de Atleti que tenemos ahora.

No quiero dejar pasar la oportunidad para decir que 47.000 personas que estuvieron en el Calderón no se manifestaron en contra de la directiva. Respetando la libertad individual que cada persona tiene para hacer lo que estime oportuno, siempre que no perjudique a otra, sí les digo que para mí, o bien están muy contentos con el Gilifato, o bien pasan de todo. Y no sabría decir cuál de las dos cosas es peor. Cierto es, que la supuesta oposición, debería ser mucho más seria en sus planteamientos y en su proyecto, pero también lo es, que si no alzamos la voz de una santa vez, seguirán mofándose de la afición del Atlético de Madrid. ¿Hasta cuándo lo consentiremos?

Y, para terminar, quiero mostrar mi rechazo más absoluto a los cánticos, que un día fueron esporádicos y que hoy ya son habituales, de una parte de la grada del Calderón deseando la muerte de un jugador o alegrándose del asesinato de un aficionado del equipo contrario.