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Se había dicho durante toda la semana que el partido del Valencia era clave para la continuidad de Quique Sánchez Flores, que su ex-equipo podría ser su verdugo en caso de producirse una derrota. La misma semana que se presentaba un grupo opositor a los gestores del club, cuya voz principal es el hijo de Vicente Calderón, una serie de artículos y entrevistas habían aparecido en los principales diarios deportivos, apoyados por sus respectivas radios, alabando a los dueños del club y desviando la atención de la afición hacia el míster.  La afición del Atleti se había dado cuenta de tal cortina de humo y cuando todo estaba dispuesto para que el Calderón fuese un clamor en contra de Cerezo (ya que Gil Marín ni siquiera va a los partidos), Reyes anotó el 1-0 en el minuto 2 y todo quedó en el olvido.

Con el partido favorable, volvieron los cánticos al Calderón. Y eso a pesar del harakiri que se estaba haciendo Quique con la alineación. Con Valera, Antonio López, Raúl García y Mérida (una vez más tirado a banda) de titulares, el Atlético volvió al juego espeso, lento e impreciso. El Valencia tardó casi 40 minutos en despertar, y eso lo aprovechó muy bien el Atlético para mantener más posesión que el rival, pero sin apenas peligro. Sólo Reyes y Agüero jugaban con algo de criterio.

Pero la suerte atlética siempre tiene final. Y acabó cuando la defensa volvió a errar, como hace partido tras partido. Un centro con cierto peligro lo dejó pasar Perea (que casi le pegó una patada al aire) y Joaquín le ganó la posición a Godín para anotar el empate. Mientras tanto, Reyes seguía recibiendo patadas en cada balón que tocaba sin que al árbitro eso le pareciera relevante.

La segunda parte siguió como terminó la primera, con el Atlético controlando más el balón pero el Valencia despertando poco a poco y comenzando a crear verdadero peligro. Sin embargo, fue el Atlético el que dispuso de la primera buena oportunidad del segundo tiempo. Forlán falló un penalty en el minuto 56, mandando el balón al palo derecho de Guaita. El uruguayo hace tiempo que no tiene la mente puesta en este equipo y se le nota. En el gol de Reyes, él fue quien presionó y recuperó el balón para dárselo al sevillano, pero no hizo nada más en todo el partido.

Cuando parecía que el empate era el mejor resultado y que los dos equipos se conformaban, llegó el mazazo. Una contra valencianista terminó con un disparo de Joaquín para anotar el 1-2. Lo del Atlético para romper las malas rachas de los rivales es realmente sorprendente. Joaquín había anotado dos goles en toda la temporada. Esos dos goles los había metido en la jornada 1. Veintidós jornadas después, decide romper esa racha y hacerle otros dos al Atlético. Digno de estudio.

Hasta ese momento la afición no había levantado la voz contra el palco. Con la victoria hubo cánticos. Con el empate llegaron los pitos para Perea y Raúl García. A 4 minutos del final, cuando el Valencia se llevó el partido, se gritó contra el palco. Cerezo, encantado.

Aún hubo tiempo para el esperpento arbitral de todas las semanas. El árbitro, que llevaba todo el partido permitiendo las duras entradas de los valencianistas, decidió expulsar a Godín en un salto con un rival en tres cuartos de campo. Para mí, ni falta.

Un minuto después terminó el partido. El Atlético cosecha su 5ª derrota consecutiva. La última vez que estuvo 5 partidos sin perder fue en 1942, que perdió los 5 primeros partidos de Liga. Otro récord para anotar en el extenso currículum de Enrique Cerezo y Miguel Ángel Gil Marín, que de momento siguen sin notar la presión. ¿Y Quique? Ya veremos.