Liga
Jornada 21
Atlético 0
Athletic 2
Atlético: De Gea, Ujfaluši, Perea, Godín, Filipe Luis (Juanfran, 69'), Assunção, Elías (Domínguez, 45'), Tiago, Reyes, Agüero, Forlán (Diego Costa, 77')
Athletic: Iraizoz, Iraola, San José, Ekiza, Koikili, David López, Gurpegi (Orbaiz, 58'), Muniain (Susaeta, 85'), Javi Martínez, Toquero (Iturraspe, 73'), Llorente
Goles
0-1 Toquero (51')0-2 Toquero (64')
Hoy fue un día especial. El Atleti perdió en un partido que pasaron muchas cosas, todas ellas malas. Pero ocurrió una cosa buena. La afición colchonera se hartó, y por fin empezó a mirar a donde realmente está el problema. El problema del Atleti no calza botas nike o adidas con taco, ni tampoco se pone un sobretodo de pana y da vueltas por el área técnica y ruedas de prensa tras los partidos. El problema del Atleti no es el que coloca las equipaciones en el vestuario, ni siquiera el que las lava. Tampoco es el que corta el césped. El problema del Atleti se sienta en asientos de cuero, con calefacción, y con una televisión. Se sienta entre presidentes y políticos, y en el descanso no bebe cerveza ni come sandwich de salami, sino vino, champán y delicias de caviar. El problema del Atleti lleva ahí 24 años.
El partido en sí fue un cúmulo de despropósitos. Empezando por el árbitro, esos personajes que saben peor el reglamento del fútbol que cualquier aficionado. Dicen que es muy difícil arbitrar, pero yo creo que lo que es difícil es ser tan caradura y poder dormir por las noches. Y da la casualidad de que todos la lían en el Calderón, sin excepción. Normalmente los malos árbitros son también cobardes y no se equivocan en contra de los locales, pero en el Calderón es todo diferente. Los malos árbitros aquí sólo se equivocan en contra del local.
En un partido que el Atlético dominaba completamente, en posesión de pelota y en ocasiones de gol, el árbitro decidió que todo cambiara. Quizás había puesto un 2 en la quiniela y veía que se le escapaba, así que se inventó un penalty en el minuto 38. Llorente quiso controlar un balón en el área grande, de espaldas, y al ver que se le escapaba, empujó a Perea y se dejó caer. El árbitro, sin dudarlo, pitó penalty y expulsó con roja directa a Perea. Ya es ridículo que un árbitro pite un penalty asi, cuando si hay falta es del atacante. Pero es aún más ridículo que considere que la acción, con un jugador sin controlar el balón, en el área grande y de espaldas a la porteria, sea una ocasión manifiesta de gol. Vergonzoso.
Tan vergonzoso fue que Llorente no pudo marcar el penalty y mandó el balón fuera. Justicia futbolera, sí, pero el Atlético estaba con 10.
Quique Sánchez Flores, ese estratega, decidió no sacar a otro central hasta el descanso. Lo que hizo fue poner a Elías, un mediocentro, de central, a defender las embestidas de Toquero y Llorente. Así que 3 minutos más tarde, y en la primera llegada del Athletic tras el penalty, Toquero recibió un pase cruzado para marcar su primer gol, mientras Elias estaba en la frontal, parado, con la mano levantada.
En el descanso, Quique quitó a Elías y sacó a Domínguez. Tarde. Como siempre.
En la segunda parte Toquero anotó su segundo gol del partido y de la temporada. Sí, el delantero no había marcado ningún gol hasta hoy, lo cual no es raro. El Atlético es un equipo que hace feliz a mucha gente, no sólo a sus seguidores. ¿Tienes una mala racha? El Atleti es tu solución.
Y hablando de malas rachas. Forlán sigue con la suya. El uruguayo es una sombra del jugador que fue, no sólo porque no marque goles, sino porque no hace nada sobre el campo: no corre, no lucha, no salta. Nada de nada. Hoy falló un mano a mano clarísimo, de esos que él no fallaba hace un año.
Forlán fue sustituido y fue pitado. Otro mal gesto de Quique, por cierto, que viendo el partido horrible del uruguayo sabía que el Calderón iba a pitarle, y aún así le sustituyó. Pero hoy la afición buscó otros culpables, los verdaderos culpables. Hartos de tantas mentiras, de tantos engaños, de tantas promesas incumplidas, hartos de los delincuentes (prescritos) que se adueñaron del club, la afición fue unánime y un grito retumbó en las paredes del coliseo rojiblanco: ¡Gil cabrón, fuera del Calderón!